Si ya me había quedado alucinada con el delicioso proyecto High Line de New York, en el que el municipio volvió a recuperar para los ciudadanos un trayecto de vías abandonado en Chelsea, convirtiéndolo en un maravilloso y elevado jardín público, ahora me he enterado de que en Seul ya se hizo, en 2005, otro proyecto del mismo corte, esta vez convirtiendo el trayecto de una autopista elevada, en un paseo fluvial, que discurre verde por el centro de la ciudad.


El arroyo Cheonggyecheon fue construido hace más de 100 años y hasta 1940 usado para drenar la ciudad. Por la polución y el desarrollo vertiginoso de la ciudad en 1976 casi había desaparecido, surgiendo sobre él una gigantesca autopista elevada, la Cheonggye Expressway, que había conseguido degradar la zona hasta hacerla inhabitable.


Estuvo en activo hasta el 2003, en el que las autoridades decidieron demolerla y convertir el antiguo cauce del arrollo en un espacio verde donde los ciudadanos pudieran olvidarse un poco de la polución y el estrés de esta megaurbe.


El canal transcurría de norte a sur por la ciudad y en ese mismo recorrido se han podido recuperar 5,8 kilómetros de parque urbano en cuya construcción se han utilizado gran parte de los materiales de la autopista demolida. Ahora los peces, insectos y pájaros, viven en las márgenes del antiguo riachuelo y la polución y la temperatura de la zona han bajado considerablemente.


Además, la zona ha sido dotada de mejores infraestructuras, de manera que ahora la gente utiliza más el transporte público, con lo que la cuidad se ha visto más libre de tráfico. Increíbles resultados estos...


Para ampliar la información, copio parte de un artículo sobre este proyecto aparecido en Plataforma Urbana, recomendado que lo leáis entero.


El proyecto responde a una planificación estratégica donde los principales gestores fueron en primer lugar el alcalde de Seul, Lee Myung Bak, y en segundo lugar, no menos importante, la ciudadanía, organizada en un comité ciudadano dirigida por el urbanista a cargo del proyecto, Kee Yeon Hwang. Vemos que el rol del urbanista más que solo diseñar el proyecto, es de partícipe de la integración con los ciudadanos, haciéndolos formar parte de la gestación y diseño del mismo.


La gracia del proyecto es que no se queda en sólo ‘destapar’ el canal, sino que visualiza un proyecto total, tomando en cuenta cada pieza que va a ser afectada y como disponerla en el sitio que encaje para lograr una mejor calidad de vida y sea beneficioso para la ciudad.

Una de estas piezas, quizás la fundamental, fue la importancia que se le dio a la participación ciudadana al respecto. El gobierno realizó audiciones públicas y sesiones representativas para recoger opiniones y se realizaron más de 4000 entrevistas con comerciantes antes de comenzar las demoliciones.

A partir de éstas, se tomaron otra serie de medidas, como por ejemplo, minimizar ruido y polvo de los trabajos, utilización de un estadio para el traslado del comercio ambulante y estacionamientos a puntos específicos que se adecuaron para recibirlos.

Como parte de la planificación estratégica, se estipularon medidas para que el barrio de Cheonggyecheon tuviera un desarrollo sostenido en el tiempo. Se combinan así las acciones públicas y privadas, en donde el gobierno, a través de su gestión inicial de restaurar el río, impulsa el desarrollo de inversiones privadas en el sector siguiendo la planificación estipulada.

Como resultado final, se obtiene este gran espacio público que se transforma en el pulmón de la ciudad, y que aparte de traer una serie de externalidades positivas, como buena calidad de vida, valorización del terreno y turismo, se espera que traiga consigo beneficios a largo plazo que repercut

He conocido este proyecto aquí, de donde he sacado fotos.

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Si el otro día hablaba de la ciudad y sus obras de arte, como espacio para el deporte, hoy quería dejar aquí uno de los últimos trabajos del siempre ingenioso Michel de Broin.


Como de este artistas ya he hablado por aquí, aunque aun está en la zona oscura del ático, esa que no he tenido tiempo de restaurar fotograficamente, me voy a limitar a copiar lo que nos cuenta sobre esta pieza, que a decir verdad tampoco es de las que más me apasionan de él, aunque tengo que reconocer, que tiene gracia ver un espacio tan cuidado, barroco y bien construido, transformarse, por obra y gracia de un solo elemento, en una espacio para el baile más convencional.


La pieza se llamó, La Maîtresse de la Tour Eiffel y fue concebida para la Nuit Blanche 2009 de París, con aparente simpleza pero con una gran producción detrás, ya que para llevarla a cabo tuvo que construir una inmensa bola de discoteca, compuesta por 1000 espejos y 7 metro y medio de diámetro.


Después, la levantó con una grúa a 50 metros de altura y proyectó hacia ella potentísimos focos que al incidir con sus rayos en los cristales produjeron esos típicos destellos de discoteca, pero a tamaño gigante, que giraron y se proyectaron por todos los rincones del maravilloso Jardín de Luxemburgo.


Y ya que estoy con este hombre, no quiero dejar de mostraros otra de sus pieza, bastante más modesta, para la Nuit Blanche, esta vez en Toronto y esa sí que me ha encantado a pesar de no ser demasiado espectacular.


Se llamó Overflow y consistía en una anodina fachada que lanza un gran chorro de agua por una de sus ventanas, que cae a la calle, como si de una catarata urbana se tratara.


No puedo evitar pensar el efecto que debió producir entre los peatones que despistados se encontraran de golpe con semejante despropósito.


Y hablando de agua, también os invito a ver Fuite, una modesta pieza llena de encanto, en la que un chorro de agua sale, cual cantarina fuente, por los agujeros de un enchufe.


Hoy os dejo cosas más divertidas que ya tenía mala conciencia...


He conocido esta obra aquí.

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Como ando con el tema hilo, hoy dejo los trabajos, esta vez más delicados, que el artista Sébastien Preschoux ha creado con este material, en entornos naturales.


Aunque este tipo de trabajos no es nada novedoso, este artista consigue un interesante contraste entre la linealidad y ligereza de los hilos y la densidad abrumadora de las naturalezas en las que los instala. A veces da la sensación de que está trabajando con los rayos de luz. Y ya no digo más.


Lo he conocido aquí.


Ando un poco light estos días, es que he comenzado a hacer el Tumblr del Ático y como sólo hay que subir imágenes, me está costando más escribir de lo normal. Espero que no me dure demasiado.

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Un proyecto que me ha hecho gracia y quería dejar aquí, aunque dudo que tenga un uso práctico más allá del meramente estético.


Dando una vuelta más al concepto de jardín portátil o del cultivo de alimentos por uno mismo, en cualquier momento y lugar, el recién graduado Gionata Gatto, ha creado unas maletas cultivables, compactando tierra y dándole la forma requerida para que se asocie claramente a este objeto.


En ellas ha sembrado, tanto alimentos, como plantas ornamentales, que con suma facilidad se pueden transportar de un sitio a otro.


En fin, yo como he dicho, tengo mis dudas, pero para una intervención en el espacio publico por un breve espacio de tiempo, podría valer.


El autor da más explicaciones sobre su proyecto aquí, donde nos habla de las diferentes culturas con sus particulares formas de alimentarse, etc, etc... yo lo dejo ya, que la cosa no creo que de para mucho más.


Lo he conocido aquí.

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Robert Smithson, uno de los más importantes representantes del movimiento Land Art y creador de la famosísima Spiral Jetty, tuvo la idea de crear una isla flotante alrededor de Manhattan, 3 años antes de su muerte.


30 años llevaba muerto cuando el proyecto Floating Island to Travel Around Manhattan Island bocetado por el artista, fue materializado por el Whitney Museum, en colaboración con la organización Minetta Brook y bajo la supervisión de la esposa del artista Nancy Holt, como complemento a una retrospectiva que tuvo lugar en dicho museo.


En un dibujo, realizado en 1970, Smithson evocó una isla flotante que giraba alrededor de Manhattan sobre una plataforma tirada por un remolcador sobre la que crecía un hermoso paisaje de rocas, árboles y caminos y exactamente eso, fue lo que finalmente se llevó a cabo en el 2005.


La isla flotante fue construida sobre una barcaza de 30 x 90 pies y estuvo en el agua 10 días. Según he leído, era como si un pedazo de Central Park hubiera salido despedido y ahora flotara en el río, girando lentamente como un satélite verde, alrededor de la isla de Manhattan.


Me hubiera encantado encontrarme en mis paseos por la ciudad, el extraño perfil de esta isla flotante, sin saber nunca donde iba a aparecer, un extraño no lugar a la deriva, pero tan familiar como un paseo por los senderos de Central Park.


Poner un pedazo de naturaleza sobre un barco... desde luego, un hermoso sueño de artista hecho realidad.


Las imágenes las he sacado de google.

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