El artista del taxi


Hace unos meses, alguien me dijo que existía un taxista, que cuando no llevaba pasajeros se dedicaba a intervenir subversivamente los espacios publicitarios que le provocaban, en su transito por las calles de Buenos Aires.


Buscando, buscando, llegué al artista Oscar Brahim, que efectivamente conduce un taxi aunque en realidad estudio diseño y dibujo. Se define a si mismo como "diseñador gráfico en libertad" y dice que su cruzada antipublicidad es una catarsis, un mecanismo de defensa que tuvo que desarrollar en una época de crisis personal para no estamparse contra un muro con el taxi.


"Oscar maneja un taxi 12 horas diarias para ganarse la vida. Constantemente es atravesado por el bombardeo publicitario de la ciudad. En el baúl del Peugeot 504 lleva botellas con engrudo, pintura y recortes de afiches que le sirven para intervenir y "mejorar" el entorno visual de su ciudad. "El problema es que la gente toma la publicidad como algo natural, ni se le ocurre reaccionar frente a los avisos. Sería buenísimo que cada uno reaccionara, que se pusiera a pintar las propagandas callejeras como se le cante."


Según cuenta en su conferencia para The Influencers, él empezó recortando elementos de carteles pegados en la calle para colocarlos en vallas publicitarias, eso fue al principio, luego se hizo amigo de los que pegaban dichos carteles, los cuales le contaron dónde tiraban los que no pegaban, ahí Oscar encontró un filón para su trabajo.


Él recoge estos carteles, recorta en casa todo lo que le parece interesante de ellos y lo guarda en el maletero del coche, sin saber exactamente qué uso le va a dar. Cuando encuentra alguna valla que le provoca, repasaba el material que tiene archivado, coge pegamento y brocha, se sube a su escalera y lo añade al cartel publicitario en cuestión, para tratar con su intervención, de dar su particular versión de la realidad que le rodeaba. De esta manera, va añadiendo sus mensajes subversivos, perfectamente camuflados, en su personal cruzada contra la publicidad.


También utilizaba pintura, con la que dibuja directamente en las valla, sin preocuparse demasiado por los colores, simplemente lo hace con la que tiene a mano, añadiendo detalles, quitando personajes o aponiendo elementos humorísticos, pero sin dejar a un lado un trasfondo muy crítico con la sociedad de consumo, la política, la educación...


Ha travestido a políticos, ha pegado precios en las caras de los personajes de la publicidad, ha cambiado consignas comerciales convirtiéndolas en mensajes anticonsumo, ha añadido personajes en situaciones surrealistas, ha puesto su ácido sentido del humor en funcionamiento para hablar de la crisis argentina del 2001, ha expresado, sin tapujos, su ideología, sus preocupaciones en educación, en religión y todo esto lo ha hecho desde su taxi.


Ahora, también pone mensajes tipográficos en puentes sobre autovías, como por ejemplo "necesitamos niños", "no hay hachís", "nadie tiene que perder", "escoja su recompensa" palabras fuera de contexto, que invitan a la reflexión, además él pregunta a los pasajeros su opinión sobre la intervención, intentando sonsacarles y generar debate e interacción, sin decir, claro, que él ha sido el artífice.


Es muy interesante escuchar la conferencia que dio para The Influencers en el 2006 narra anécdotas de su vida y comenta su obra con estilo desenvuelto y gran sentido del humor. En ella se percibe, cómo ha sabido hacer de la necesidad virtud y convertido su terapia en una obra muy personal, además de en una manera de vida con la que parece que Oscar se divierte.


El director Sergio Morkin lo siguió y filmó mas de 60 horas entre 1998 al 2002, la película no la he visto, me gustaría mucho hacerlo, más después de haber escuchado su conferencia, si alguien tiene información sobre ella...


Copio la reseña que apareció en el diario Clarín sobre ella. "Oscar Brahim podría ser un tipo cualquiera, pero no lo es. O tal vez sí lo sea, con la única diferencia de que es talentoso, ocurrente y muy lanzado. Oscar Brahim podría ser un taxista más de los que circulan por Buenos Aires quejándose de todo y de todos. Pero no lo es. O, bueno, pensándolo bien, tal vez sí lo sea, con la distinción que sus quejas son inteligentes, generalmente muy atinadas y que, encima, el hombre pone sus pensamientos en acción.


¿Qué es lo que hace Oscar para transformarse en un tipo tan particular y merecer una película cuyo título sea su nombre? El Oscar que cuenta Oscar, el brillante documental de Sergio Morkin, es un artista gráfico, un diseñador, dibujante, un creativo que "interviene" sobre las publicidades callejeras hasta tornarlas irreconocibles: las dibuja encima, las pinta, las mancha, les agrega cosas, las escribe.


Lo que hace es invertir su significado, deformarlo, transformar un espacio comercial que, asegura, ofende a los sentidos, en un espacio artístico, de conversación, de debate estético y político. Esto puede resultar muy teórico, pero en la práctica es divertido, arriesgado y por momentos muy duro.


El filme de Morkin muestra la vida cotidiana de Oscar. Casado, con tres hijos, con muy poca plata en los bolsillos y a punto de ser desalojado de su departamento, Oscar no puede dejar de ponerse en riesgo (descuidando su trabajo como taxista y siempre a punto de caer en manos de la policía) en esta tarea de combate estético que ha dispuesto hacer con su vida.


Viendo las publicidades antes y después de sus intervenciones no quedan dudas de que, además de sentido del humor, el hombre tiene un gran talento artístico que de otra manera sería desaprovechado.


El filme muestra sus pequeños triunfos: el reconocimiento de dibujantes como Sergio Langer, a quien lleva a pintar un afiche en una secuencia muy graciosa; las conferencias que da en la Facultad de Arquitectura y en el Instituto Goethe, y su sorda batalla contra los publicistas Agulla & Baccetti, a quienes considera sus enemigos.


Casi todo el filme transcurre en los años 2000 y 2001, cuando esa agencia intentaba lanzar al "Super De la Rúa", modernizando su imagen gráfica. En vistas de lo que va ocurriendo en el país en esos años —y que el filme usa como trasfondo más que significativo— se puede observar que la lucha de Oscar precede y anticipa el estallido de la crisis, en sus observaciones sobre el combate entre una sociedad casi desnutrida y un apabullante aparato publicitario para vender enormes cantidades de productos inservibles.


El filme, de apenas una hora de duración, logra ser crítico, ácido, divertido y hasta emotivo al contar los sufrimientos físicos que padece Oscar por culpa de su tarea. Con un ritmo y montaje furiosos, que se asemejan a la urgencia cotidiana que envuelven al hombre y su taxi, el filme es un retrato cariñoso y también un compartido grito de fastidio".


Nos cuentan además en Venecia se Hunde, que una de las escenas más divertidas de la película es cuando le invitan a dar una conferencia para una importante agencias de publicidad de Argentina "Agulla & Bacetti lo invitan a Oscar a dar una charla en una especie de escuela de publicidad que ellos tienen. Verlo decirles a un grupito de estudiantes barsotos y a un Director Creativo de la misma agencia (con una pinta de pendejo garca que mata) que detesta la publicidad, que le parece patética, pésima, poco creativa, nefasta, etc.; y ver a los estudiantes acusarlo de publicista frustrado y de resentido porque él tiene que manejar un taxi es un placer del que nadie debería privarse".


Siento un post con tanto refrito, pero como ellos lo han expresado tan bien... para qué intentarlo yo.


Sólo añadiré que me gusta la manera en que este modesto superheroe porteño, lucha a su manera contra lo que le porvoca, ojalá los demás tuviéramos sus narices y empezáramos a acometer nuestras pequeñas y modestas cruzadas personales contra las cosas de las que tanto nos quejamos, yo la primera.


Las fotos las he sacado de su colección en Flickr.

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2 Comentarios a “El artista del taxi”

  1. # Blogger Aretha

    Muy interesante este taxista.Ojalá hubiera más así. Cuando yo cogía un taxi todas las noches al salir de mi trabajo, me encontraba algunos bastante peculiares, aunque más a lo Jiménez Losantos.  

  2. # Blogger Remedios

    Desde luego que Oscar Brahim es de los artistas urbanos más interesantes.

    Su conferencia en The Influencers no tiene desperdicio, y las frase de los puentes son para pensarlas un rato. Tú ¿qué prefieres ser feliz o tener razón?...

    Besos  

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