7 intentos de perderse el uno al otro, en 4 metros cuadrados


Durante toda esta semana está teniendo lugar una performance, que se desarrolla en 4 metros cuadrados, dentro de un escaparate, cerrado por tres lados y abierto a la calle por un gran cristal. Sorprendente para todos los que pasamos por la calle.


La dueña de la tienda, Solo Amor, situada en la calle de El Barco de Madrid ha cedido, parte de su, tampoco tan grande, tienda para alojar a los actores holandeses Serge Lammerts y Eva Schippers de Atelier SEVA y que permanecerán con ella 7 días, aireando sus problemas de pareja para que todos los transeúntes podamos conocerlos.


La iniciativa es estupenda y curiosa porque, aunque parezca raro, no trata de vendernos nada, no hay marcas ni patrocinadores ni siquiera los primero días había rótulo de la tienda. Lo que sí hay y muchas, son ganas de aportar algo más al barrio y de dar cobertura a una asociación AVAM "artistas visuales asociados de Madrid" que pretende la dignificación del estatus profesional del artista, que es la que ha subvencionado a los artistas.


Transcribo lo que cuentan en el periódico El Mundo sobre la acción:
"Cada día una pieza, con vestuario y escenografía específica para poner frente a los que pasan por la calle estas "metáforas visuales con las que denuncian la superficialidad y brevedad de las relaciones de pareja en los tiempos que corren.
Precisamente de cuerdas y ataduras, de muros, rupturas y reconstrucciones tratan los diferentes sketches que este dúo artístico, de nombre Atelier Seva, ya representara en una galería de Amsterdam. Titulado '7 attemps to lose each other'
(7 Intentos de perderse el uno al otro), el show muestra siete situaciones en las que cada miembro trata de deshacerse del otro, creando así su propio espacio personal. Todo ello sin salir del pequeño habitáculo que comparten".


Os pongo algunos ejemplos de las representaciones que he visto y de otras que me han contado.


Los dos personajes en conflicto tienen las manos unidas por rojas cuerdas, pero cortas, así, cuando uno se tapa los ojos para no ver al que tiene enfrente, al otro se le destapan, de manera que no puede evitar verlo.


La pareja está unida, por la cintura, con una estructura rígida que los mantiene unidos, pero que no les deja acercarse ni moverse dentro del espacio, en el que sólo hay una silla, en la que por supuesto no pueden sentarse.


El escaparate lleno de ropa, que los actores van cortando minuciosamente en tiras, para ir con ellas construyendo un muro que los separa y que cada ver se hace más tupido, cada vez más infranqueable. Ni se ven ni se tocan.


El decorado representa una habitación matrimonial, en la que duermen sin arrimarse, en colchones separados, uno dando la espalda al otro, uno boca arriba y otro de lado, separados por un abismo de pocos centímetro.


Un espacio blanco en el que los personajes se pintan el uno a otro, también de blanco, para mimetizarse con la habitación, para desaparecer en ella, para no tener que verse.


Dos comensales sentados a la mesa, para compartir la comida, pero no pueden comer, unos artilugios se lo impiden, les sujeta la cabeza para que no se muevan, frente a frente obligados a estar allí, sentados, pero evitando la mirada y por supuesto sin hablarse.


Esto es lo que está ocurriendo en ese pequeño lugar de la calle de El Barco, un espacio improvisado que podría estar en cualquier otra ciudad o en cualquier otro país. Aquí salen a la luz problemas universales de pareja, para que los que pasamos nos paremos, miremos, opinemos y ya de paso nos conozcamos y debatamos entre nosotros.


Son muchas horas de trabajo bien hecho, tres pases de tres horas al día, en un espacio tan pequeño, frío, donde a veces no se pueden mover a veces están sólos con la dueña de la tienda, testigo de sus miserias.


Ha sido estupendo, espero que esas iniciativas prosperen, porque, ¿qué mejor y más visitado escenario que el de la calle?. Y esta vez sin intentar vendernos un pantalón de moda.

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2 Comentarios a “7 intentos de perderse el uno al otro, en 4 metros cuadrados”

  1. # Anonymous Anónimo

    ¡Que angustia, que miedo, que alegría por no estar como ellos!  

  2. # Blogger Remedios

    Pues sí que es un poco penoso pero nada que no hayamos visto entre los que nos rodean.

    ¿No te has fijado cuando vas a un restaurante la cantidad de parejas que están comiendo sin dirigirse la palabra?.

    Saludos  

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